¿Hay algo
que te falta?, ¿te resulta difícil encontrar trabajo?, ¿ves que tu núcleo
familiar se desmorona?, ¿necesitas reorientación?, ¿algún familiar tiene
adicciones?, ¿padeces violencia doméstica? Si la respuesta es SÍ a cualquiera
de estas preguntas, eres una persona usuaria de los Servicios Sociales, apóyate
en un técnico de integración social. Mira a tu alrededor seguro que hay alguien
que puedas conocer.
Una persona
asistida es aquella su grado de autonomía es menor, va a necesitar más apoyo
por parte del Estado y de todos. En los grados de autonomía reside la
diferencia y nosotros, los técnicos debemos tener la capacidad de decisión
rápida y adecuada para diferenciar entre personas usuarias y asistidas.
Para efectuar
una toma de decisiones adecuadas, los técnicos nos basamos en un marco de
intervención y mecanismos de control ya establecidos.
Pero por
encima de todas las cosas, los técnicos en integración social debemos TENER
RESPETO y CONSIDERACIÓN por las personas que atendemos en el día a día, por
nuestros usuarios, porque la pasión por nuestra profesión es lo que marcará la
diferencia.
A veces,
palabras tan de uso cotidiano y normalizado como “viejos”, “drogadictos” y
“reclusos” entre otros, distan mucho de establecer un clima de confianza
adecuado para trabajar con los colectivos que nos encontraremos en nuestro
trabajo. Una de nuestras bases será la NO DISCRIMINACIÓN. Veamos sus claves:
- Aplicar los criterios objetivamente e informar al usuario con claridad, cuales son sus condiciones de acceso y la situación real en la que se encuentra la persona.
- Los técnicos debemos explicar los servicios, ayudar a reunir la documentación y acompañar a las personas usuarias durante todo el proceso.
- Las herramientas claves para los técnicos son un marco teórico contrastado y una legislación y protocolos acordes con los derechos de los ciudadanos.
- Los técnicos debemos estar lejos de los prejuicios que sin darnos cuenta imponen la sociedad y que solo pueden llevar a errores.
“Todos
formamos trocitos de ese jarrón, a veces nos rompemos, pero siempre hay quien
nos ayude a recomponernos”. Rosa Mª Cañete
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